jueves, 8 de febrero de 2018

GASTO ENERGUETICO


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En biología, el gasto energético se refiere a la cantidad de energía que un organismo utiliza en la realización de todas sus funciones y actividades. Estas funciones pueden ser tan variadas como el mantenimiento de la temperatura corporal, conducción de impulsos nerviosos, reparación y formación de tejidos, trabajo mecánico de los músculos para moverse, digestión de alimentos o respirar.En el ámbito de la nutrición humana, el gasto energético se mide en calorías y se refiere específicamente a la forma en la que cuerpo utiliza la energía almacenada en los enlaces químicos de los distintos nutrientes. Así, se habla también de requerimiento energético como medida de la cantidad diaria de energía que los alimentos deben suministrar para satisfacer las necesidades energéticas del organismo. El balance energético se refiere al balance entre el requerimiento energético y el aporte energético de los alimentos consumidos.

Imagen relacionadaComponentes del gasto energético
El gasto energético total se suele dividir en tres grandes componentes: el gasto energético en reposo, la termogénesis inducida por los alimentos y la actividad física voluntaria. Cada uno de estos componentes se ve afectado por numerosas variables personales y ambientales que pueden hacer que el gasto energético total sea muy diferente de un individuo a otro e, incluso, muy diferente para una misma persona de un día a otro.
Gasto energético en reposo
El gasto energético en reposo incluye el gasto de energía necesario para mantener las funciones vitales del organismo y la temperatura corporal en un ambiente neutro y en estado de reposo. El principal componente es la tasa metabólica basal, por lo que también se llama gasto energético basal, y puede llegar a representar el 75% del gasto energético total.
El gasto energético en reposo suele ser ligeramente mayor a la tasa metabólica basal por sí sola. La tasa metabólica basal se mide por la mañana al despertarse cuándo han pasado al menos 12 horas tras la última comida y la persona se encuentra en estado de completo descanso físico y mental. El gasto energético en reposo, por su parte, se mide a cualquier hora del día cuándo han pasado al menos 4 horas desde la última comida y de actividad física.

Introducción

El cuerpo humano está diseñado para moverse regularmente, y desde hace miles de años así lo tienen codificado nuestros genes.
Con la actividad y el movimiento se obtienen una serie de efectos beneficiosos para la salud, así como para la prevención de las enfermedades desde la infancia, pero nuestro estilo de vida actual es cada vez más sedentario. En la sociedad actual, el sedentarismo es un problema en incremento continuo, que junto a una alimentación desequilibrada, condicionan las elevadas tasas de sobrepeso y obesidad.
Por ello, es absolutamente prioritario diseñar estrategias encaminadas a modificar el estilo de vida y aumentar el gasto energético diario, en las actividades cotidianas y en los desplazamientos. Además de ello, en cada grupo de población es aconsejable introducir y adaptar sesiones programadas de ejercicio físico estructurado, y realizarlo a la intensidad, duración y frecuencia adecuados, igual que haríamos con cualquier otro tratamiento.
Además, la alimentación puede y debe adecuarse al nivel de ejercicio practicado, y así maximizar los beneficios obtenidos, siendo un hecho constatado que la persona que inicia la actividad física, acaba modificando también sus hábitos de alimentación y está -en general-, más motivado por el cuidado de la salud.
Los objetivos y motivación para la práctica de actividad física o deporte, pueden ser muy diferentes en función del colectivo que lo practica. En algunos casos, se da dentro del ámbito de la competición y mejora del rendimiento, mientras que en otros tan sólo en busca de la mejora de la salud o bienestar. Sin embargo, a una gran parte de la población esta motivación le cuesta conseguirla y en muchos casos, múltiples intentos de iniciarla van seguidos del mismo número de abandonos.
Es importante la capacidad de implicación, entre otros, de colectivos médicos, entrenadores y dietistas, para llegar a involucrar en la actividad física regular a la población obesa, niños, ancianos y personas con escasez de tiempo para su práctica. En gran medida, el secreto está en localizar la personalización a cada caso y plantear objetivos y metas concretos para cada uno de ellos, al menos al inicio, hasta que sean conscientes de que los resultados obtenidos les motiven a seguir y les hayan creado una cierta dependencia, adhesión o necesidad de no abandono, porque se encuentran mejor; así, cada uno habrá conseguido “a su manera” mejorar y optimizar su estado físico e incluso psicológico.
Aunque la salud y el rendimiento están condicionados en parte por la genética, la adecuada alimentación y actividad física, desempeñan un papel primordial para conseguirlos (Figura 1). Por el contrario, el hacerlo de manera inadecuada puede suponer riesgos para la salud, graves en ocasiones, como los derivados de una deshidratación severa, o la mayor predisposición a lesiones.



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